sábado, 28 de febrero de 2009

Del “Laberinto de La Granja” al “Dédalo del Real Sitio de San Ildefonso”.


El asunto, visto como aparece en el título del principio, podría parecer algo bala- dí… si no fuese porque la realidad –la social en este caso- supera a la ficción y va dejando entrever que las cosas –los acontecimientos en general, los económicos y el resto, me refiero- están tomando un rumbo en cuyo final, mucho nos tememos mu- chos, no vamos a poder hallar ese paraíso que, machaconamente, una y otra y otra y otra y otra vez nos prometen esos muñecos del guiñol político accionados por de- trás por las aviesas manos de sujetos que, paradójicamente, siempre resultan ser los ganadores absolutos en cualquier comicio electoral aunque su nombre y apelli- dos verdaderos no figuren nunca en las papeletas electorales.

Y dicho esto, paso a la “cuestión granjeña”. Por el último de los acontecimientos públicos o políticos de los que hacen que se hable para, quizás, ir tapando los des- garrones que a diario se están produciendo en un escenario local devenido en es- perpento: el relativo al CAMBIO DE NOMBRE DE LA POBLACIÓN PROMOVI- DO POR LA ALCALDÍA DEL LUGAR, como si sobre el municipio no gravitasen otro tipo de problemas y se estuviese a punto de alcanzar esa especie de “clímax so- cial” preludiador del “paraíso” que ya mencioné antes.

Para empezar –y para ir terminando, porque este tema no se merece, ni en su fondo ni en sus formas, prácticamente más que el menor de los aprecios, o, lo que vendría a ser lo mismo, el desprecio más expresivo-, cuando la mayoría de los paisanos de La Granja hablamos o se nos pregunta por este pueblo, citamos –y no pido perdón por la redundancia en semejante momento- no lo de “Real Sitio de San Ildefonso” sino la forma más popular, coloquial y, seguramente, más exacta y “real” –que no de realeza- de LA GRANJA. El hecho de que quien ostenta la varita mágica de la Alcaldía haya promovido un cambio de nomenclatura, argumentando motivos históricos y otras zarandajas de ese jaez, yo creo que obedece, en el fondo, a razo- nes de otra índole, empezando por las de carácter personal –por ejemplo, querer congraciarse con la monarquía mediante artimañas aduladoras de esta naturaleza; aspirar a conseguir, como su antecesor en el sillón municipal, alguna representa- ción en la corte; o a lo mejor puede que su subconsciente se le esté rebelando y ha- ya asomado la oreja la bestia que, desde un punto de vista político, cree en amos, vasallos, siervos y súbditos y trata de negarnos, por ende, nuestro estatus de ciuda- danos, como parecen seguir mandando los cánones- y siguiendo por las otras, es decir, las que suelen usarse para el ocultamiento de la realidad mediante la siste- mática acción de la cortina de humo, el engaño premeditado y el telón de fondo –casi siempre el mismo- con idílico, bucólico y pastoril paisaje, lleno de gentes feli- ces que comen perdices y que siguen atando los galgos con longaniza, a pesar de la que nos está cayendo encima.

Pasemos ahora a lo sustancial y dejemos que el tiempo y, sobre todo, el PUEBLO acaben pronunciándose sobre lo real, lo irreal y lo irrisorio. Y hablemos de proble- mas locales de verdad; citemos, con entera libertad, aquello que a algunos nos preocupa –desde un punto de vista que igual podría llamarse social que político- y que puede ser determinante para acometer las contrariedades –me refiero a las de naturaleza, fundamentalmente, económica- que, a buen seguro, se avecinan y que sin duda alguna afectarán el devenir del municipio serrano de La Granja –insisto en el nombre “autóctono”, a pesar de que nuestro Pleno Municipal haya aprobado ya (“democráticamente”, como no podía ser menos) lo de “Real Sitio de San Ildefonso y del resto de los Santos Custodios de los Días de Adviento”-:

1)¿Qué está pasando con el Aserradero de La Pradera-Valsaín, que desde que sufriera el devastador(?) incendio que lo dejó fuera de uso, pasados más de tres años ya de ello, nada se sabe seguro sobre su reapertura y, lo que es más importante, menos aún sobre el número de trabajadores que volverá a acoger? Y para el caso de que vuelva a funcionar, ¿su titularidad será pública –como lo fue siempre- o caerá en las insaciables mandíbulas de la “iniciativa privada”?

2) A la vista de lo que va a ser “nuestra Sierra”, es decir, un “Parque Regional de Cumbres y de Oportunidades… para los amigos de quienes manden en la Junta”, ¿qué se apuestan a que las Matas y Pinares de Valsaín pasarán a ser “gobernadas” por el “ente autonómico” –si un servidor lo dijera así, al instante tendría que en- juagarme la boca- que tiene desplegada su jurisdicción sobre nuestras cabezas? Y para más abundamiento en la cuestión, y por aquello de poner en relación una co- sa con la otra, ¿cómo creen que va a aplicar esa gente la inminente “Ley de Montes de Castilla y León” a la hora de PONER EN EXPLOTACIÓN NUESTROS RE- CURSOS NATURALES: MADERA, AGUA y TERRITORIO, para empezar?

3) Se sabe que “algo está pasando en la Fábrica de Vidrio”. Se ha impuesto, entre la población, un tupido velo de silencio en relación con esta situación. Algo se intu- ye pero la “consigna política oficial” –tácita, claro- es “que no se hable del asun- to”. Bien. De acuerdo. Todos ciegos, mudos y sordos, y así seremos capaces de con- jurar la crisis. Que nadie ose citar la bicha en la casa de dios. Herejía si alguien lo hace y excomunión –social- inmediata de quien se atreva a cuestionar la “verdad oficial del momento”: aquí no pasa nada y el turismo, el urbanismo de salón y demás actividades de ocio-negocio nos van a salvar de la quema. Y además, “ahí están, a punto de crearse, más de doscientos puestos de trabajo en el sector made- rero, en el Polígono de Buenos Aires”. (Estos bigardos saben que el papel y los “medios de (in)comunicación” lo aguantan todo, y si por ellos fuese, no tendrían empacho alguno en arrogarse, p. e., la creación del universo-mundo).

Lo dicho: el eufemismo para encubrir la puta realidad, como un método más de control social; y la adulación y el peloteo, como herramientas para el medro perso-nal de todo tipo de arribistas, embaucadores y vividores arrimados al manto de eso que ellos mismos llaman “política”, aunque en realidad no sepan muy bien cuál es su auténtico y “real” significado.

Salud, Libertad y República (y ya será la tercera, que no es moco de pavo).


Pedro Emilio Espinar de Andrés. pedragua@hotmail.com